Las estrías en los fragmentos de bala, el calibre de los proyectiles, la determinación de la trayectoria y la posibilidad de que hubiera impactado en algún objeto antes de rebotar y atravesar la pierna de la víctima fueron los ejes del debate, ayer, en la sala de tribunales donde se juzga el asesinato del comunero Javier Chocobar, ocurrido el 12 de octubre de 2009, en tierras reconocidas a la Comunidad Chuschagasta, que uno de los imputados reclama como propias.
Los acusados por el crimen de Chocobar y por las lesiones producidas a dos comuneros son Luis Humberto Gómez, ex policía; Darío Amín, quien dice ser dueño de las tierras porque su padre las compró en un remate en 1959; y el también ex policía Eduardo Valdivieso, que acompañaba a los dos anteriores el día del asesinato.
Caso Chocobar: es un crimen ligado al intento de usurpar tierras ancestrales, dicen las comunidadesAndrés Mamaní, que junto a su primo, Emilio Mamaní, resultó herido en la balacera, no pudo declarar porque su estado de salud no se lo permitió. Mamaní quedó con secuelas gravísimas al haber recibido una bala en el abdomen y estuvo, la semana pasada, internado con una infección respiratoria.
En su lugar, se leyó la declaración como víctima, que le tomó el fiscal Arnoldo Gustavo Suasnábar, el 26 de febrero de 2010, mientras aún estaba internado en el Hospital Centro de Salud. En esa oportunidad, Mamaní manifestó que, el día en que resultó herido, Amín llegó junto a dos personas que no conocía, en una camioneta cerrada, tipo jeep. “Nosotros estábamos ahí desde hacía unos 21 días, para que estos señores no pasen a tierras de la comunidad indígena, y habíamos puesto un portón”, se leyó en la sala. Uno de los que acompañaba a Amín “decía que venía en nombre de la Justicia, y (hablaba) con prepotencia, pero no mostraba ningún papel”. Luego, relata Mamaní, se acercaron por la cantera de laja, y comenzaron a discutir con su primo Emilio y su tío Delfín Cata. Gómez sacó un arma, disparó a los pies de Delfín y éste se le abalanzó para quitarle el arma. Amín también sacó un arma y empezó a disparar. “Nosotros nos defendimos con piedras, como pudimos”, figura en la declaración. “Lo veo caer a mi tío Chocobar, y después me hiere a mí en el abdomen, a mi primo Emilio lo hiere también en ese momento”, dijo Mamaní, que pasó en terapia intensiva varios meses antes de poder declarar.
Una vez que terminó la declaración de Mamaní, pasaron testigos convocados por las defensas. El primero fue el subcomisario Rogelio Farías Sánchez, perito balístico que realizó las pericias a los proyectiles levantados en el lugar de los hechos.
El abogado Enrique Andrada Barone, defensor de Gómez, pidió permiso al tribunal para que el testigo sea interrogado por su defendido, dado que éste es instructor de tiro y perito. “¿En función de qué elementos dice que es la misma bala?”, lo increpó Gómez, luego de que Farías Sánchez expusiera su análisis de balística en el que determinaba que dos fragmentos del encamisado pertenecían a un mismo proyectil.
Comuneros declaran en el juicio por el crimen de ChocobarLuego, declaró Elías Héctor Martín Iaconangelo, perito balístico de la Policía Federal. A él le pidieron que evalúe el informe de Farías Sánchez. El experto no refutó la hipótesis del informe anterior y confirmó que un fragmento encontrado era compatible con una pistola Taurus, como la que portaba Gómez. Hubiera sido mejor que se acompañara con una representación gráfica, pero eso no basta para dudar de su validez, insistió.
Gómez también interrogó a este testigo, e incluso representó con él, en la sala, cómo fue la escena del disparo, para determinar la trayectoria del proyectil que atravesó la pierna derecha de Chocobar y le seccionó la arteria femoral. “La trayectoria es horizontal desde el orificio de entrada al de salida, es compatible con un impacto directo, no con un rebote, dijo Iaconangelo.